Se volverían a encontrar tiempo más tarde en la fiesta organizada por Concepción Unzué de Casares en su casa de la avenida Alvear. Entre los campos de la familia que Félix administraba, su predilecto era Los Polvorines. Además de las estadías en Mar del Plata, el matrimonio distribuía los días del verano entre las estancias San Simón, Santa Clara y San Jacinto, en Rojas. Fascinados por el encanto de París, Félix y Elena viajaban con frecuencia a esa ciudad, y se perdían en sus calles y bulevares. También iban al Derby de Chantilly, donde competían los caballos de Félix. Félix de Alzaga Unzué, un hombre de bien, aristocrático y a la vez sencillo, asumió la presidencia del Jockey Club en 1934. Debido a su excelente gestión, Félix fue reelegido por varios períodos, hasta el año 1950. Elena lo acompañó con su entusiasmo y distinción hasta el final de sus días. Félix murió en la madrugada del 29 de agosto de 1974, en tanto que Elena Peña Unzué falleció el 5 de noviembre de 1982. Los restos de ambos se encuentran en la bóveda de Mariano Unzué, en el cementerio de la Recoleta.
"Lo que más me llamaba la atención cuando era chico e iba de visita a lo de Félix y Elena, eran los papagayos y los perros pekineses y cairn terrier", cuenta Carlos Gómez Alzaga, uno de los sobrinos nietos de la pareja, quien fue su apoderado durante muchos años. Y agrega: "Eran unidos y viajaban mucho. Los recuerdo como dos personas sencillas, afables, francas y muy cariñosas". Félix de Alzaga Unzué construyó La Mansión como regalo de bodas a su esposa Elena Peña Unzué. El arquitecto inglés Robert Prentice estuvo a cargo del proyecto.
(...) Fiel testimonio de la cultura francesa en esta ciudad, La Mansión es reconocida como uno de los mejores ejemplos de la arquitectura del Buenos Aires de principios del siglo XX. El eclecticismo de la Belle Epoque, que mezcla estilos como el francés, el inglés y el italiano, se ve muy bien reflejado en La Mansión. La construcción comenzó en 1916, a mediados de la Primera Guerra Mundial, y se terminó poco después de que esta guerra finalizara. La importación de productos era un desafío, debido al riesgo del traslado marítimo. Aunque ya en esa época, los artesanos de origen italiano y español comenzaban a suplir con su habilidad muchos de los productos importados. La ventana del primer piso es un buen ejemplo de la inspiración francesa aplicada a la ornamentación: las guirnaldas, el ángel y la cartela -espacio liso para un emblema o leyenda-, realizados en argamasa, exhiben las características de un estilo inconfundible. En el balcón de hierro forjado se repite simétricamente una misma figura.
(...) A mediados del año 2007, al iniciarse la restauración de La Mansión, se decidió darle un nuevo aspecto a su interior. Las siete suites, ubicadas en el primero y segundo piso, y los amplios salones de la recepción de la planta baja fueron redecorados y restaurados por el arquitecto Francisco López Bustos, junto a Marcela Carvajal y su colaborador Lucas Grande. Los cambios buscaban reflejar la riqueza de una época de gran opulencia, que revivía a su vez el estilo del siglo XVIII. En palabras de López Bustos: "El lujo del siglo XVIII, visto a través de los ojos del siglo XX".
Elena Peña de Álzaga Unzué (mi bisabuela) con Delia de Álzaga Unzué en la galería de La Mansión. |
¡La habitación de mi biscabuela Elena! |
La biblioteca |
Por Gabriel Olivieri
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